Fue recientemente, en concreto durante el primer fin de semana de este mes
de octubre, otoñal donde los haya, que avanza día tras día, que Palencia, en
efecto, se llenó de sabor con motivo de la celebración de la feria de
“Naturpal”; este año en su décima segunda edición y, por ello, bien conocida ya
por los palentinos que, al llegar estas fechas, la esperan como si fuese ya
algo institucionalizado en la capital.
Y con productores de nuestra tierra en su totalidad, que es la máxima y el
marchamo que preside sus principios rectores y la razón de ser de la feria.
Del éxito de la misma, algo imprescindible para su continuidad en el
tiempo, dice mucho el número de ediciones que lleva ya entre nosotros, acudiendo
fiel cada año por estas fechas a su encuentro con los palentinos.
Y, además, por lo que se ve, sin perder frescura y animación entre los
habitantes de Palencia durante todas estas ocasiones en las que va teniendo
lugar; antes al contrario, con un recinto ferial cada vez más concurrido y con
un mayor número de actividades en paralelo con la feria relacionadas.
Y luego, si al mismo tiempo, por parte de los expositores, en un continuo
corta y pon o toma y prueba, se invita con manifiesta generosidad a los
visitantes a una variada degustación de ida y vuelta, de los más importantes
productos que se ofrecen, el personal se mostrará contento en extremo y
agradecerá la cata y el saboreo de manera harto evidente; rondando incluso una
segunda probadura, por aquello de que la primera apenas si se la pudo paladear
como el producto lo requería. Y tampoco
era cuestión de quedarse a medio sabor y con la miel en los labios…
Así que el cotarro capitalino se animó lo suyo durante esos tres días en
los alrededores de nuestra Plaza Mayor, en torno a la gran carpa que cobijaba
los stands con las diferentes mercancías de la más rica y variada gastronomía
palentina que se ofertaba a los visitantes.
Visitantes que pululaban por aquí y por allá, hora
en los talleres de elaboración de algunos de los productos que se exponían,
hora en las representaciones escénicas de algunas de las labores del campo,
luego haciendo cola para hacerse con una porción del producto que se ofrecía
como degustación especial de la feria y, más tarde, adquiriendo algunos de los artículos que más
llamaban su atención o mejor cubrían sus necesidades, cara al gusto y sabor de
cada cual.
(Publicado en el Periódico "Diario Palentino" el 16/10/2013)
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