lunes, 19 de agosto de 2013

Juegos de niños de ayer y de hoy

Que los juegos de nuestros pequeños, nuestros chavales o nuestros chiguitos –como con bastante frecuencia decimos por aquí-, tienen una sucesión cíclica en el devenir de los mismos en cuanto a los gustos a la hora de decantarse por unos o por otros, parece obvio establecerla, a juzgar por las preferencias y las modas en su uso que de repente irrumpen en su tiempo libre.  Y que un buen día, sin que medie motivo aparente alguno, desaparecen para dar cabida a otro tipo de juegos y así sucesivamente.
En este orden de cosas, en estos últimos meses hemos podido comprobar cómo ha irrumpido con fuerza entre nuestros pequeños la moda de la peonza, el bailarla de mil y una formas diferentes, rozando en alguna de ellas un cierto grado de acrobacia buscada.
Y no existe en estos tiempos un chaval –no entrado en la adolescencia todavía- que no salga a la calle sin su peonza “bajo el brazo”.  Con la que, una vez en su ambiente y dueño de la situación, no cesa de ejecutar a cada paso exhibiciones cada vez más difíciles de llevar a cabo y, por ello, más subidas de riesgo.  Porque lo de hacer que la susodicha ejecute un simple baile sobre el suelo ayudándose en su inicio con el impulso de una cuerda, lo tiene superado desde casi el primer momento de tenerla en sus manos.
Lo cual no obsta para que a pesar de esa manifiesta destreza, no todos los malabarismos lleguen a buen puerto siempre, y en ocasiones la peonza acabe aterrizando sobre el suelo desde una determinada altura, acompañada en su caída de un potente y seco ruido, que hace pensar a los no duchos en la materia o que no frecuenten esta actividad, que el chaval se ha caído con todo el equipo; y que la peonza, por supuesto, se ha hecho mil añicos.
Mas, debido al material moderno con el que ha sido fabricada, aquella no sufre magulladura alguna y queda como si tal cosa. Y, a sensu contrario, es capaz de aguantar otros cuantos impactos más de parecido tono.
Al final, por lo visto y oído, uno llega a la conclusión de que en este aspecto de los juegos infantiles tradicionales –independiente totalmente de los que se ejecutan a través de Internet o con revolucionarias maquinitas modernas y postmodernas al uso-, está casi todo inventado y lo que más bien ocurre en este caso es una sucesión en el tiempo de los diferentes juegos, sin solución aparente de continuidad. 

(Publicado en el periódico "Diario Palentino" el 24/07/2013)  

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